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Por qué uso Arch Linux (y GNOME) en mi escritorio y Debian en mis servidores

Uso Arch Linux en mi desktop porque me permite trabajar exactamente como quiero. No es un sistema pensado para esconderte las tripas del software, sino para dejarte interactuar con ellas. En Arch nada está preconfigurado: cada paquete, cada servicio, cada detalle lo definí yo. Ese proceso —que muchos ven como un obstáculo— es precisamente lo que me da libertad. No tengo que “adaptarme” al sistema; el sistema se adapta a mí.

Arch es rápido, limpio y predecible. Gracias a su modelo rolling release siempre tengo acceso al software más reciente sin depender de actualizaciones forzadas o versiones intermedias. Y con el AUR instalo lo que necesito —inclusive herramientas de nicho o en desarrollo activo— con la misma simplicidad que si vinieran del repositorio oficial. Además, la Arch Wiki es un recurso invaluable: documentación clara, mantenida por gente que entiende y comparte.

En servidores, en cambio, uso Debian. Ahí la prioridad es otra: estabilidad y previsibilidad para infraestructura que no puede fallar. Debian es la roca sobre la que corro producción; Arch es el laboratorio donde experimento, desarrollo y aprendo. No son opuestos: se complementan.

En el escritorio elijo GNOME. Algunos dicen que es “minimalista” o “poco personalizable”; para mí, eso es una virtud. KDE es excelente, pero a mí me sobran los menús y las opciones redundantes. GNOME me ofrece una interfaz limpia, coherente y sin ruidos. Y si quiero personalizar, puedo: lo tengo exactamente a mi gusto.

Con unas cuantas extensiones, GNOME se comporta casi como un gestor tiling, ideal para desarrollar sin perder foco:

  • Material Shell – transforma el flujo en tiling real, con espacios organizados y navegación por teclado.
  • Pop Shell – mosaico automático y atajos inteligentes inspirados en System76.
  • Tiling Assistant – liviana y suficiente si prefiero mantener el GNOME clásico con mosaicos útiles.
  • Dash to Dock o Dash to Panel – barra y lanzador integrados, más prácticos para el día a día.
  • Just Perfection – afina la interfaz: quito lo que no suma y dejo solo lo que uso.

Al final, Arch + GNOME no es una pose ni un “porque sí”. Es una forma de trabajo: entender, ajustar, optimizar. Cada actualización me recuerda que sigo al mando; cada extensión, que puedo construir el entorno que necesito. Vuelvo a Arch todos los días por lo mismo que enseño en el aula: cuando entendés cómo funciona, lo podés mejorar. Y cuando lo mejorás, también te mejora a vos.

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