Las nuevas derivas de la sociología del conocimiento y la ciencia contemporánea
1. Herencia de la ANT
Tras la expansión de la Teoría del Actor-Red en los años noventa, emergió una generación de investigadores que retomó sus intuiciones pero desplazó el foco desde las redes visibles hacia las estructuras invisibles y las ontologías implícitas que sostienen la práctica científica. La ciencia dejó de pensarse como un conjunto de actores en interacción y pasó a concebirse como un entramado de infraestructuras, clasificaciones y modos de existencia.
2. Estudios de infraestructura: lo invisible que organiza el conocimiento
Autoras como Susan Leigh Star y Geoffrey Bowker abrieron los llamados infrastructure studies. En obras como Sorting Things Out: Classification and Its Consequences (1999), demostraron que las infraestructuras —bases de datos, estándares, taxonomías— son artefactos políticos que definen qué cuenta como conocimiento y quién puede producirlo.
Las categorías científicas, los formularios y los códigos técnicos no son neutrales: son el esqueleto invisible de las redes sociotécnicas. Así, el poder epistemológico se ejerce a través de los sistemas de clasificación que estructuran el mundo digital y burocrático.
3. Ontologías múltiples y el giro post-ANT
Annemarie Mol, en The Body Multiple (2002), propone el concepto de ontologías múltiples: los objetos científicos no son únicos ni estables, sino que se multiplican en las prácticas. El “cuerpo” que examina el médico, el cirujano o el patólogo son realidades diferentes, producidas en distintos regímenes de práctica. No existe un mundo, sino muchos mundos en acción.
Este giro post-ANT —también impulsado por John Law— desplaza la atención desde la red hacia la performatividad de lo real: el conocimiento no describe el mundo, lo hace existir de maneras diversas.
4. De la coproducción a las ecologías de saberes
Autores como Sheila Jasanoff desarrollan el concepto de coproducción: la ciencia y el orden social se constituyen mutuamente. Mientras tanto, desde el Sur Global, Boaventura de Sousa Santos propone las ecologías de saberes y las epistemologías del Sur, ampliando el horizonte actor-red hacia formas no occidentales de conocimiento.
Estas perspectivas articulan la sociología de la ciencia con la justicia cognitiva y la política global del saber, extendiendo la noción de “red” hacia dimensiones culturales, ecológicas y poscoloniales.
5. Materialidades digitales y agencia no humana
Con la expansión de los datos, los algoritmos y la inteligencia artificial, la ANT encuentra nuevas aplicaciones. Autores como Lucy Suchman y N. Katherine Hayles estudian la agencia distribuida en entornos híbridos humano-máquina, donde el conocimiento emerge de interacciones computacionales y cognitivas. Las redes se vuelven más densas, automáticas y globales.
6. Hacia una sociología de las infraestructuras del saber
El legado conjunto de Latour, Callon, Star, Mol y Jasanoff sugiere una conclusión poderosa: comprender la ciencia contemporánea exige estudiar sus infraestructuras epistémicas. Los cables, los servidores, los algoritmos y los estándares internacionales son hoy los equivalentes de los laboratorios del siglo XIX. La ciencia ya no está sólo “en el laboratorio”: está en la nube, en las bases de datos, en las plataformas.
7. Conclusión: del laboratorio a Gaia
En sus últimos trabajos, Bruno Latour amplió esta visión hacia la ecología del planeta. En Facing Gaia (2017), propone una política de los seres terrestres: una ontología relacional de la Tierra donde humanos, máquinas y ecosistemas forman un mismo tejido de interdependencia. Es el cierre natural de una línea que comenzó analizando la ciencia en el laboratorio y termina pensándola como una práctica planetaria.
“Estamos todos atrapados en la misma red de interdependencias terrestres.”
— Bruno Latour
Serie: Sociología del conocimiento científico
Próximo artículo (cierre de temporada): Del laboratorio a Gaia: epistemologías relacionales en tiempos de crisis planetaria


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